Francisco el Hombre inicia en Riohacha

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Francisco el Hombre inicia en Riohacha
Publicado en Marzo 18 de 2011

Si Francisco Antonio Moscote (1848-1953) estuviera en el mundo de los vivos, seguramente ya no tendría que contar más su historia. De eso se encargaría su numerosa descendencia y todos los guajiros que dirían, orgullosos, que nacieron en la misma tierra de aquel hombre que se midió en un reto al diablo y lo sacó corriendo al rezar el credo católico al revés. Ganarle al personaje que representa el mal no lo hace cualquiera, pero contarlo tal vez sí. Por eso mientras algunos tendrían la misión de divulgar la hazaña y otros de escucharla, Moscote estaría sobre la tarima del evento hecho en su homenaje mostrándoles a los juglares vivos y a las nuevas corrientes del vallenato la forma genuina de tocar el acordeón.

Como uno de los primeros criollos en acercar el instrumento alemán al folclor del Caribe, Francisco El Hombre desconocería que su festival tiene objetivos claros como impulsar la calidad musical del estilo vallenato y promover el surgimiento de nuevos talentos, así como fomentar el desarrollo cultural y turístico de La Guajira, sin olvidarse de premiar el esfuerzo de quienes se destaquen durante el año como los mejores en su campo artístico. Sin embargo, sí tendría total control de todo lo relacionado con las jornadas eliminatorias y las galas con los invitados especiales, porque lo suyo eran la parranda y la bohemia, y de eso se trata cada encuentro nocturno en el malecón de Riohacha.

Conocería de sobra las calidades de los 24 aspirantes (grupos o solistas) que resultaron seleccionados en un reality en el que se incluyeron las principales ciudades del país. También daría su voto como experto para que las cuatro modalidades en competencia (Mejor cantante, Mejor acordeonero, Mejor agrupación y Mejor canción inédita) quedaran en las manos más diestras. Su interés también le alcanzaría para aplaudir la iniciativa de crear un festival en el que se mezclaran los diversos estilos del vallenato sin que ninguno opaque al otro. Por eso vería con buenos ojos las participaciones de Silvestre Dangond, Peter Manjarrés y Pipe Peláez como exponentes de las nuevas corrientes, así como la presentación de Jorge Celedón como representante del vallenato tipo exportación y, por supuesto, agradecería la presencia de los clásicos Alfredo Gutiérrez y los Hermanos Zuleta. En últimas, si Francisco Antonio Moscote estuviera vivo, simplemente no hablaría, tocaría.

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